Ceci n’est pas une vie
«Esto no es una pipa» y, ciertamente, no lo es. El cuadro del pintor belga, René Magritte, es la representación de una pipa, un objeto que simboliza la pausa y la reflexión del espectador ante su obra. Como podemos comprobar en esta paradigmática creación, no todo resulta ser lo que aparenta ser, o lo que algunos pretenden que sea.
El retrato del Ché, con su flamante habano, fumando relajado y con aires triunfales, no es sólo la fotografía de un revolucionario único sino también la llama extinta de un sueño. Y lo que sostiene Lauren Bacall entre sus labios, en decenas de películas, no es un simple cigarrillo, es la representación cultural de la sofisticación, una imagen que aún humea por lo rescoldos de lo que una vez fue pura ignorancia. Y James Dean fumaba porque era rebelde, ¿o era rebelde porque fumaba? Y Marilyn porque resultaba sexy, y Audrey porque resultaba elegante y Sinatra, bueno, Sinatra porque era Sinatra.
Todas estas imágenes guardan algo en común, además de su atractivo por lo que a simple vista percibimos o por lo que una vez significaron, y es su carácter alegórico. La ficción en virtud de la cual una imagen representa o significa otra cosa. Y esto lo digo con conocimiento de causa porque mientras escribo, fumo, seguramente empujado por la imagen de Hemingway, de Bolaño, Moix, Cortazar, Camus, Grass o Buero Vallejo pero eso, lamentablemente y muy a mi pesar, no me convierte en un escritor ilustre, tan sólo en un adicto de lo que pretendo ser, un enfermo que pronto se desvanecerá como el humo azulado, más pronto que tarde.
Se vende la fascinación de una imagen proyectada entre tinieblas, y se compra el padecimiento y la enfermedad de querer ser lo que no somos. Y al menos un día, me gustaría abstenerme de tales ilusiones, levantarme de la cama y respirar tranquilo. Al menos, sólo por un día.
31 de Mayo Día Mundial Sin Tabaco
Collage: Leticia Jiménez // Texto: Marcel Lemarc